Dieta y depresión ¿correlación o causalidad?

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Llevamos muchos años oyendo que una dieta saludable puede prevenir un amplio abanico de enfermedades, sobre todo metabólicas, cardiovasculares, etc. En ese tiempo también hemos leído que estas dietas pueden prevenir el desarrollo de trastornos mentales, como la depresión. Para los más escépticos, se van añadiendo estudios como diferentes ensayos clínicos, a prueba de negacionistas, que describiremos a continuación:

En 2013, en BMC Medicine , el grupo de Sánchez-Villegas publicó dentro del estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea) un ensayo clínico que estudiaba la relación entre esta dieta y la depresión.

El equipo realizó una intervención con tres ramas: dos de dieta mediterránea (DMed) y una de dieta baja en grasas, para comprobar el riesgo de depresión pasados tres años. Partieron de un gran estudio enfocado en enfermedad cardiovascular (Predimed) en mujeres de 60 a 80 años y hombres de 55 a 80 años con alto riesgo cardiovascular (51 % tenían Diabetes Mellitus Tipo 2).Todas las personas objeto de estudio atendidas en centros de atención primaria dependientes de 11 hospitales.

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Se llegaron a estudiar un total de 7.447 personas, divididas de forma aleatoria en tres grupos homogéneos de unos 2.500 participantes:

  1. DMed con Aceite de oliva virgen extra (AOVE)

  2. DMed con frutos secos

  3. Grupo control (bajo en grasas)

Al primer grupo le daban 1 litro por semana de AOVE (además de asesoramiento para seguir DMed); al segundo grupo le añadían 30 g/día de frutos secos; y el grupo control era asesorado para seguir una dieta baja en grasas siguiendo las guías de la Asociación Americana del Corazón (proporcionándoles material para cocinar, no alimentos).

A los grupos DMed se les realizaron varias recomendaciones:

  • uso abundante de aceite de oliva

  • incremento de consumo de fruta, verduras, legumbres y pescado

  • reducción de carne roja

  • evitar azúcares

  • en bebedores, que el consumo de alcohol y vino tinto fuese moderado.

Se realizó un seguimiento periódico por parte de dietistas con entrevistas individuales y grupales. Ningún grupo necesitaba contar calorías ni hacer deporte. Durante el seguimiento se identificaron 224 nuevos casos de depresión, encontrándose una relación inversa en el grupo de DMed más frutos secos frente al grupo de control (aunque no estadísticamente significativa) con una reducción del 20-30 % del riesgo de depresión. Esa relación era más sólida, fuerte y significativa cuando se trataba del grupo de pacientes con diabetes: tenían una reducción del 40 % del riesgo de depresión comparado con el grupo control (significativa).

Una de las hipótesis que lo explican es el efecto antinflamatorio de la DMed. El equipo reporta cómo en otro subanálisis encontraron niveles más altos de BDNF (Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro) en el grupo DMed+frutos secos (comparada con la dieta del grupo control).

Es particularmente interesante que los datos sean aún más positivos en pacientes con diabetes, puesto que nos recuerda por un lado la mayor incidencia de depresión en personas con este problema, y por otro cómo la inflamación es común en ellas y por tanto se beneficiarían aún más de este tipo de intervenciones. En el grupo 1, suplementado con AOVE, también ocurría que el mayor beneficio (la asociación más fuerte) fue en el grupo con diabetes.

Los autores dan distintas explicaciones a por qué la relación no fue más fuerte: un número reducido de participantes, el grupo control con dieta de la AHA (que ya mejora la dieta occidental habitual), dificultad de seguimiento a largo plazo, etc. En cualquier caso, se trata de un estudio muy reseñable por ser un ensayo clínico con seguimiento a largo plazo, con la enorme complejidad que supone, que da evidencia sólida de la utilidad de una dieta mediterránea para evitar la aparición de un trastorno depresivo.

El Predimed prueba la utilidad de una dieta mediterránea para prevenir el desarrollo de una depresión

Pero sin duda uno de los principales estudios en el terreno de la Psiquiatría Nutricional, en el que nos debemos detener es el ensayo clínico SMILES llevado a cabo por Felice Jacka, publicado en 2017. Cabe señalar que Felice Jacka es la presidenta de la ISNPR (Sociedad Internacional de Investigadores en Psiquiatría Internacional), y autora del muy recomendable libro Brain Changer” sobre esta materia.

En este estudio ya se demuestra no sólo la prevención, sino la utilidad de una dieta mediterránea modificada para el tratamiento de la depresión. Hablaremos de esta autora y este estudio más en detalle en un post específico, porque merece la pena. Lo importante de este estudio no sólo es que demuestra que la dieta efectivamente puede complementar el tratamiento de la depresión, sino que también demuestra que las personas deprimidas son capaces de adherirse a una dieta (algo que con frecuencia subestimamos).

La dieta mediterránea puede complementar el tratamiento de la depresión, y las personas deprimidas sí son capaces de adherirse a una dieta

Similar al estudio anterior, se publicó en 2019 otro ensayo clínico, también llevado a cabo en Australia, que demostraba algo similar; esta vez con una intervención en pacientes más jóvenes, y en un período más breve (3 semanas), con 38 pacientes en cada rama (Dieta Mediterránea vs control) y encontrando también mejoría significativa en síntomas depresivos en el grupo de DMed.

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Por último, en 2019 se publicó un meta-análisis de ensayos clínicos randomizados por parte de Joseph Firth acerca de los efectos de una mejoría en la dieta sobre los síntomas depresivos y ansiosos, sumando más de 45.000 pacientes (en 16 estudios) y confirmando reducción en síntomas depresivos, especialmente marcada en mujeres. Este es un dato a tener en cuenta ya que se suele confirmar que el perfil de mujeres “inflamadas” suele ser el que peor responde a tratamientos más convencionales como la farmacoterapia y, en cambio, responde mejor a estrategias de estilo de vida anti-inflamatorias, como veremos en posteriores entradas en este blog.


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