¿Influye una dieta antinflamatoria en el riesgo de depresión?

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Revisando estudios recientes, nos encontramos que, en 2019 se publicaba en la revista Clinical Nutrition una potente revisión sistemática y meta-análisis sobre la relación entre una dieta antinflamatoria como intervención potencial para trastornos depresivos. En este estudio nos recuerdan la alta prevalencia de depresión (4,4 % de la población) y la relación entre la inflamación crónica y un abanico de enfermedades neuropsiquiátricas, entre ellas la depresión, así como el elevado aumento de citokinas pro-inflamatorias en personas deprimidas. De hecho, se comprueba que terapias antinflamatorias en personas con artritis, por ejemplo, pueden reducir los síntomas depresivos. Así mismo el estudio señala cómo personas con datos de mayor inflamación (medida con PCR sanguínea por ejemplo) responden de forma distinta a los antidepresivos (algo de lo que volveremos a hablar en futuros posts).

Tras revisar 1.173 artículos potenciales escogen 11 artículos que contenían 17 poblaciones (unos hombres, otros mujeres, otros ambos), siendo uno de ellos el SUN en el que posteriormente profundizaremos. Sumando participantes hacían un total de 101.950 personas, con 7 estudios longitudinales (seguimientos de 5-13 años) y 4 transversales. La mayoría usaban el Dietary Inflammatory Index (DII) para estudiar la inflamación a través de la dieta. Las conclusiones fueron muy interesantes: Encontraron que en las personas con las dietas más pro-inflamatorias efectivamente era más frecuente que tuviesen diagnóstico de depresión o síntomas depresivos, siendo estos efectos más consistentes en mujeres. Resaltan por último la necesidad de ensayos clínicos (que más adelante también explicaremos) para demostrar el potencial de la dieta como tratamiento, puesto que es sabida una relación bidireccional entre dieta inflamatoria y depresión.

En línea similar se publicó en 2019 un artículo en Molecular Psychiatry, con la participación de Almudena Sánchez-Villegas y Felice Jacka, en el que se hacía una revisión sistemática y meta-análisis de estudios observacionales sobre los índices de dieta sana y el riesgo de desarrollo de depresión, revisando 20 estudios longitudinales y 21 transversales con adherencia a diferentes dietas (entre ellas la mediterránea).

En las personas con las dietas más pro-inflamatorias efectivamente era más frecuente que tuviesen diagnóstico de depresión o síntomas depresivos, siendo estos efectos más consistentes en mujeres.
— Clinical Nutrition 2019

En esta otra revisión nos recuerdan que los tratamientos convencionales pueden ser efectivos en un tercio de los pacientes y que las recaídas son frecuentes, por lo que es interesante identificar factores de riesgo modificables (dado que los riesgos genéticos e incluso socioeconómicos son más difícil les de modificar), como la ingesta de omega3, vitaminas del grupo B, zinc y magnesio por ejemplo, puesto que estos son capaces de modificar la inflamación, estrés oxidativo, neuroplasticidad, función mitocondrial y la microbiota intestinal.

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Las dietas estudiadas en esta revisión fueron la dieta mediterránea, el Healthy Eating Index, la Dash (dieta contra la hipertensión), y el DII, sobre todo. Encuentran una fuerte asociación con adherencia alta a dieta mediterránea (y con no adherirse a dieta pro-inflamatoria) y un riesgo menor de depresión. Señalan que todas estas dietas favorables incluyen mayor consumo de verduras, frutas, frutos secos y menor consumo de alimentos pro-inflamatorios como las carnes procesadas y las grasas trans. Hablan de mecanismos como la inflamación como mediadores, entre otros, y de este efecto a nivel cerebral (y más específicamente sobre el hipocampo). Recalcan además el papel fundamental en la neuropsiquiatría del eje intestino-cerebro, con cada vez mayor evidencia.

¿Es la dieta mediterránea, como dieta antinflamatoria, útil para prevenir y tratar la depresión?

Está demostrado el papel antinflamatorio de la ingesta de una dieta alta en verduras, frutas, grasas saludables (incluyendo omega3), etc. y que excluya productos más inflamatorios como el azúcar y grasas trans (típicamente incluidas, recordamos, en los alimentos ultraprocesados, que serían en los que se basa la “dieta occidental”).

Nuesta dieta mediterránea no es el único ejemplo de dieta anti-inflamatoria, también está la dieta noruega o la dieta tradicional japonesa. La dieta mediterránea está evaluada en múltiples estudios en relación al riesgo cardiovascular, síndrome metabólico, etc. Aqui vamos a centrarnos en explicar por qué la dieta mediterránea (DMed) es una buena opción también para mejorar la salud mental (prevenir y tratar), siendo uno de los posibles mediadores que se barajan, precisamente, su efecto antinflamatorio.

… en el grupo de mayor adherencia a la dieta mediterránea el riesgo de depresión es un 30 % menor.
— SUN 2009

En nuestro país se han llevado a cabo investigaciones interesantes estudiando específicamente la relación entre la DMed y la salud mental. Así por ejemplo, el grupo de Almudena Sánchez-Villegas publicó en 2009 el estudio de Seguimiento de la Universidad de Navarra (SUN), un estudio longitudinal en el que utilizaron un score para estudiar la adherencia a DMed (caracterizada por ser alta en ácidos grasos monoinsaturados, verduras, frutas, frutos secos, pescado, legumbres y cereales; moderado en alcohol y lácteos y bajo en carne) en 10.094 personas, a las que les hicieron un seguimiento de 4,4 años. En ese periodo encuentran un total de 480 personas que sufren depresión en algún momento. Demuestran que en el grupo de mayor adherencia a DMed el riesgo de depresión es un 30 % menor, y precisamente hipotetizan como vía “antidepresiva” de esta dieta a su efecto antinflamatorio. En posteriores posts desvelaremos si se trata de correlación (dos cosas que ocurren a la vez, simplemente) o causalidad (una cosa causa lo otro).



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