El papel de la dieta proinflamatoria en personas con TMG.

foto-inflamatoria-nueces.jpg
 

En un interesantísimo artículo publicado por Joseph Firth en Frontiers in Psychiatry (2) de 2019, una revisión de estudios observacionales y experimentales, se señala cómo la dieta puede afectar a los resultados físicos y mentales en personas con TMG a través de vías relacionadas con la inflamación. Resumiendo, explican cómo estudios transversales demuestran que las personas con TMG consumen alimentos más pro-inflamatorios y menos nutrientes antinflamatorios que la población general. Además, recuerdan cómo ensayos controlados aleatorizados muestran que las intervenciones dietéticas mejoran la depresión, pero sin testar si se debe a cambios en la inflamación (haciendo referencia al estudio SMILES del que hablaremos más adelante).

Por un lado está demostrada la inflamación en TMG (algo en lo que ahondaremos en futuros posts). Por otro lado se sabe que dietas altas en carbohidratos refinados, azúcar, ultraprocesados y grasas trans aumentan la inflamación sistémica en las personas que las consumen. Partiendo de estas premisas, analizan un estudio del UK Biobank con 53.270 controles, 14.422 personas con depresión mayor, 933 con trastorno bipolar y 254 con esquizofrenia en el que usan el Dietary Inflammatory Index (DII), un cuestionario en el que se analiza la inflamación a través de la dieta (un documento con más de 200 publicaciones demostrando cómo, a más puntuación, se observa mayor inflamación en sangre midiendo citokinas, etc.)

Dietary Inflamation Score.png

Como mostramos en el cuadro superior, efectivamente se demuestra que las personas con esquizofrenia consumen dietas más proinflamatorias, seguidas por las personas con Trastorno bipolar, Depresión mayor y por último controles. Dado que está bien establecida la relación entre inflamación dietética y salud en población general, y los también conocidos beneficios de intervenciones dietéticas para la salud física en TMG, es razonable explorar la inflamación dietética en algunas de las desigualdades en salud de las personas con TMG (obesidad, diabetes, riesgo cardiovascular). Es interesante la demostración de ese resultado máximo del DII en esquizofrenia. Sabemos por ejemplo que los antipsicóticos aumentan la grelina, hormona del hambre; pero sabemos también que ya en primeros episodios psicóticos se observan déficits nutricionales y patrones alimentarios poco saludables. Es importante también añadir que la obesidad en sí ya es inflamatoria (por lo tanto, las diferentes estrategias para disminuir obesidad suelen también mejorar la inflamación).

Las personas con esquizofrenia consumen dietas más proinflamatorias, seguidas por las personas con trastorno bipolar, depresión mayor y por último controles.
— Joseph Firth. Frontiers in Psychiatry

El artículo al que nos referimos revisa también una serie de estudios prospectivos en los que se demuestra por ejemplo cómo la dieta mediterránea (basada en verdura, fruta, legumbres, pescado y grasas saludables como el aceite de oliva virgen extra y los frutos secos) puede ser protectora frente a depresión (estudio SUN del que hablaremos más adelante), o cómo la dieta “occidental”, basada en comida rápida, carbohidratos refinados, grasas no saludables y ultraprocesados, aumenta el riesgo de trastorno mental. Usando el DII está demostrado al menos para trastornos depresivos.

Esquema-nutricion-1.png
cuadro-nueces.jpg

También señala el estudio que los datos de inflamación se observan especialmente elevados en los pacientes con trastorno mental y peor rendimiento cognitivo, asociado también a la presencia de obesidad.
En este artículo revisan ensayos clínicos como el SMILES (y otros posteriores) y ensayos con nutracéuticos como el omega3 (que demuestra menos depresión en pacientes están tratados con interferón y son suplementados con estos ácidos grasos), el papel de los folatos en pacientes deprimidos con ese perfil más inflamatorio, y hablan del papel protector y preventivo en pacientes jóvenes con TMG. El los ANEXO 2 y 3 hemos traducido un resumen que apuntan los autores sobre la evidencia de la interrelación entre inflamación, dieta y trastornos mentales.



Anterior
Anterior

¿Cómo se alimentan las personas con trastorno mental grave?

Siguiente
Siguiente

Entrevista de Marcos Vázquez en Fitness Revolucionario